Ahora se rebuscan el sustento de sus familias, convirtiéndose en una fila de hombres que sobrepasan la altura del semáforo y que, a la vez, manipulan objetos que vuelan y regresan a sus manos con una precisión casi matemática.
Ellos prefieren trabajar los fines de semana porque la gente "está más relajada". Los días de mejor flujo de vehículos llevan a sus casas un promedio de 50 mil pesos con los que subsanan parte de sus necesidades.
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